Los más chicos de la Escuela, visitaron la Biblioteca y observaron los estantes para saber cómo ordenamos los libros. Consultaron, miraron, preguntaron y se quedarn con muchas ganas de volver otra vez.
¡Qué bien que trabajaron, cuánto preguntaron y participaron!
No saben las cosas que se les ocurrían cuando vimos la tapa...fue inevitable que los chicos pensaran algunas hipótesis: ¿qué le pasa este autor?; ¿no se da cuenta?; ¿miente?; ¿juega?;¿está loco?; ¿es un chiste?; ¿el gato está disfrazado de elefante?; ¿no es muy grande para ser un gato disfrazado? ¡El elefante no puede vivir en una casa! ¡No cae parado!
A la vez, el equívoco generó situaciones humorísticas, como la del elefante haciendo caca con las patas en una caja con arena de las que usan los gatos y, a continuación, recogiéndola del suelo con una palita. Algunas de las peripecias que se producen en el departamento del narrador nos traen a la memoria el Dailan Kifki, de María Elena Walsh.
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