25/6/12

Las invasiones inglesas


La noche del 24 de junio de 1806, el virrey Sobremonte asistía a una función de teatro en la Casa de Comedias, donde se representaba la obra de Moratín "El Sí de las niñas" cuando recibió una comunicación del Comandante de Ensenada de Barragán, capitán de navío francés Santiago de Liniers, en la que le informaba que una flota de guerra inglesa se acercaba y que había disparado varios cañonazos sobre su posición.

A las 11 de la mañana del 25 los ingleses desembarcaron en Quilmes y en pocas horas ocuparon Buenos Aires.


Cuenta el inglés Gillespie que en la fonda de "Los Tres Reyes" ingleses y españoles cenaban en lugares separados y "una hermosa joven que servía a los dos grupos, miró fijamente a los españoles diciéndole en un tono claro para que todos la oyeran: desearía, caballeros, que nos hubiesen informado más pronto de sus cobardes intenciones de rendir Buenos Aires, pues apostaría mi vida que, de haberlo sabido, las mujeres nos habríamos levantado unánimemente y rechazado a los ingleses a pedradas."


El virrey Sobremonte huyó y trató de salvar los caudales públicos, pero estos serán finalmente capturados por los británicos. Dentro del mítico baúl podían contarse 1.291.323 pesos plata. Parte del botín se repartió entre la tropa. A los jefes de la expedición William Carr Beresford y Home Riggs Popham le correspondieron respectivamente 24.000 y 7.000 libras, el resto, más de un millón fue embarcado hacia Londres.


La impopularidad de Sobremonte está reflejada en estos versos que ridiculizan su huida: "Al primer disparo de los valientes
disparó Sobremonte con sus parientes
Un hombre, el más falsario,
Que debe a Buenos Aires cuanto tiene,
Es un marqués precario
Y un monte que y viene
Y sobre el monte ruina nos previene"

  Los oficiales ingleses alternaban con las principales familias porteñas y se alojaban en sus casas, donde se sucedían las fiestas en homenaje a los invasores. Era frecuente ver a las Sarratea, las Marcó del Pont, las Escalada, paseando por la alameda (actual Leandro .N. Alem), del brazo de los "herejes".


  Pero la mayoría de la población, que era hostil a los invasores y estaba indignada por la ineptitud de las autoridades españolas, decidió prepararse para la resistencia. Aparecieron varios proyectos para acabar con los ingleses. 

  Pocas semanas después del desembarco, Liniers y su gente obligaron a Beresford, tras haber perdido 300 de sus hombres, a rendirse el 12 de agosto de 1806.

El Times no salía de su asombro:
"El ataque sobre Buenos Aires ha fracasado y hace ya tiempo que no queda un solo soldado británico en la parte española de Sudamérica. Los detalles de este desastre, quizás el más grande que ha sufrido este país desde el comienzo de la guerra revolucionaria, fueron publicadas en el número anterior."

Esta medida era claramente revolucionaria: el cabildo ejerciendo su soberanía, pasaba por encima de la voluntad del virrey.



Una copla se hacía popular en Buenos Aires:
"Ingredientes de que se compone la quinta generación del marqués de Sobremonte":
Un quintal de hipocresía,
Tres libras de fanfarrón,
Y cincuenta de ladrón,
Con quince de fantasía,
Tres mil de collonería;
Mezclarás muy bien después,
En un caldero inglés,
Con gallinas y capones,
Extractarás los blasones
Del más indigno marqués.

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