11/4/11

Un poeta riojano



Francisco Vicente Squeo Acuña, el Sacronte, alias "duende de la albahaca" nació en la ciudad de La Rioja el 27 de octubre de 1938. Falleció en Buenos Aires, a causa de un trágico accidente, el 11 de abril de 2006. Hoy se cumplen 5 años de su desaparición.
Se recibió como mejor alumno en el colegio Joaquín V. González, promoción 1960. En ese mismo año codirigió el periódico Eco Estudiantil con Juan F. Deleonardi. En 1963 fue miembro fundador del núcleo de artes y letras Monoblock al Sur, Avellaneda, junto a Alfredo Carlino, Angélica Copetti y Walter Fumarola. Estudió abogacía en Córdoba y en La Plata, abandonando los estudios en 1964.
En ese año volvió a La Rioja y se quedó cuidando a su madre mientras realizaba la huerta de Santa Justina. 

Durante los años 1965 y 1968 dirigió el periódico literario Arauco. Abandonó luego La Rioja y se instaló en Buenos Aires. Colaboró en la revista Macedonio dirigida por J. C. Martini Real y Alberto Vanasco.

El 17 de diciembre de 1969 ofrece su primer recital de poemas en el Teatro del Centro acompañado por el concertista de guitarra Rodolfo Fernández Brac. Realizó recitales en la mayoría de los centros culturales del país.
Trabajó en la editorial corregidor corrigiendo numerosos libros de autores nacionales y extranjeros.

En 1967 recibió el primer premio en el certamen nacional sobre Felipe Varela y Pozo de Vargas en la provincia de San Juan.

Su primer libro, Cantos Cisandinos (Editorial Rayuela,1972), fue presentado por Alberto Vanasco. Diente de león (Milton, 1988), fue presentado en el Viejo Almacén con un breve festival.

Squeo Acuña es un poeta errátil, hacedor de comidas, labriego y entendido en fitoterapia. Sus poemas figuran en numerosas antologías nacionales y del exterior.


Cuando se le pregunta a los poetas por la amistad que los unía a Francisco Squeo Acuña, la anécdota no tarda en llegar: “Él padecía un ‘estado grave de verticalidad’ -dice el santiagueño Julio Salgado-  Squeo espantaba a medio mundo diciendo que él era el espíritu de la poesía. Conocerlo a él fue una de las experiencias más lindas y de más generosidad en la vida. Fue un poeta que dio todo por sus amigos, sacrificándose y siempre dando lo mejor de sí”.


Algunos poemas del riojano:



Colastine


Avatares correctos
la canción no sale
boinas azulinas tiñen la siesta

Mezclado en el estar apacible
de las ramas gruesas de un eucalipto
la soberana inicial de apuntar al cielo
la legítima esperanza personal
de creer que uno siente peligros
enroscados en el aire de la partida

La madrugada
se escapa suavemente
mientras el trago de cognac
enrosca a la heladita
que persiste en el barrio.


CRÓNICA RIOJANA
En la tarde fuerte
del otoño, los sapos vienen
a enterarse en mi espalda
y ofrecen su canción acuática
Al anochecer las serpientes
llegan a dormir en mis orejas
Una espiral de vidalas
abre la mañana, es la hora
en que me saco los ojos
y voy a la huerta, pongo mi gordo
corazón en la sartén del sol
y con tu nombre comienzo
a derretir el valor de la realidad.
(Diente de León, 1988)
MI MADRE Y MIGUEL HERNÁNDEZ
Mi madre y Miguel Hernández
están durmiendo en mis bolsillos de tierra.
Cuando hablo en fuerte ternura
ellos suben por mi áspero cuerpo
y rematan floreciendo albahaca.
Tomo su canto de aromas
y me voy a la huerta con maíces y escardillos;
allí los entierro,
porque seguramente saldrán en primavera
creciendo en chacritas
y apuntando en fusiles.
(Cantos cisandinos, 1971)